Fecha de publicación: 4/11/2025
Medellín es tremendo voltaje: una efervescencia permanente de personas y cosas que carburan mucho y un código reinante de atreverse y agazaparse. Es domingo 5 de octubre de 2025 a las once y cuarenta y hace años no iba a Parques del Río. Me cansé de las mentiras de políticos sobre hacer algo con el Río Medellín, una cloaca. Ahora huele un poco a químico, pero no mal, aunque sigue siendo un río muerto o matado. Yo también he sido parte de esa cultura de ensuciar el agua y de romper el monte, y me da trabajo salir de ella aunque sea un poquito.
La luz de Medellín es bonita también hoy y es un domingo de cielo azul. Pasamos por varios locales donde dan ganas de comer o tomar un coctel. Es difícil saber si son muy caros. Caminamos bastante y cruzamos el río por un puente y aparece la primera señal de la Siembra Festival: El Mercadillo Sostenible de la Siembra Festival. Una auténtica diversidad en frasquito, que alimenta la curiosidad de saber y sabor.
Atravesamos esa hilera de toldos y llegamos a una tarima no muy alta, sin bardas, que nunca genera una separación con el público. En ese corazón nos encontramos con Magio Giraldo mimetizado, sonríe y nos sonríe; me toca el hombro, dice con voz suave y pausada que ahora tiene prisa. Es productor musical en Grabaciones Tierra Negra.
Al lado izquierdo de las gradas que están frente al escenario están las comidas y bajando las gradas y detrás de las comidas hay carpas cerradas para para que artistas, organizadores y empleados tomen agua, descansen y coman frutica.
Volvemos a nuestro lado izquierdo a recorrer uno a uno los emprendimientos y empezamos a juntar sabores del mambe cálido, del ambil estridente, de la kombucha peligrosa y de la soda de miel y maracuyá de fiesta en el suelo. Recorrer con la lengua o saber con sabor.
Algunos toldos rayan en arte con flores y pétalos encapsulados, bordados y figuras de trabajo minucioso como unas culebritas verdes; otros llaman mucho la atención con sus rituales y exploraciones sobre la energía y hay también los que son portales a culturas como el de artesanías de Cusco que saben dónde se debe amarrar una tela para los cuidados postparto. Hacerse a una constelación de flores o a un jardín de estrellas.
Unos toldos representan innovaciones ecológicas importantes o soluciones urgentes como productos sin químicos para cuidados de huertas domésticas, ropa totalmente hecha con desechos de la industria textil, toallas higiénicas reutilizables de mucha calidad y maquillaje que extraen sus colores de frutas, semillas y hortalizas. Se puede encontrar de todo para cambiar a empaques y productos biodegradables y la oferta de productos reenvasables es muy amplia.
Alquimia —con sus bebidas fermentadas como el kéfir— decía:
“Fermentar es una forma de sembrar para los que no tienen tierra física. Es nuestro pedazo de tierra.”
La Siembra Festival es una oportunidad para las alianzas y formar redes. Un emprendimiento cosmético le empieza a comprar la miel al Apiario Mestiza, Mía Cuidado que está centrada en cuidados menstruales empieza a intercambiar conocimientos ginecológicos milenarios —situados en Cusco— con Alma Andina y Amarantos encuentra en Mía Cuidado su proveedor de paños para desmaquillarse.
Amarantos:
“Es una plataforma para llegar a distintos públicos y también alianzas.”
Serén:
“Un festival muy organizado, muy profesional, que nos da la oportunidad de darnos a conocer.”
Rituales:
“Me gusta mucho el trabajo con los emprendedores, el buen trato, la humanidad que se siente estar acá.”
Sabíamos que La Siembra hace parte de un mundo de integración y simultaneidad, lleno de vasos comunicantes, donde el amor por la naturaleza y la vida en el arte es uno solo, pero lo que estábamos descubriendo es otra dimensión del bienestar, si se quiere una sostenibilidad que es calma y solidaridad. Quizá la clave es la respiración, que está allá en el dióxido de carbono, pero también acá en el pecho propio.
Salvaje Telar:
“Es una acogida hermosa, los administradores me encantan. Yo he ido a muchas ferias y en esta feria nos sentimos muy acogidos, hay una energía hermosa, tenemos una zona para descanso, agüita. La música es hermosa y el acompañamiento es hermoso.”
La Nutria Artesana que basa parte de sus artesanías en exploraciones y descubrimientos de la organización Viboral Biodiverso nos hace ver que La Siembra es aliento para “empezar esta revolución sostenible.”
No es sólo la respiración, es algo que en el mundo de 2025 todavía está en vilo: juntarse y —más importante aún— mantenernos juntos. Si se respira, se pausa; si se respira, se espera; si se respira, se deja llegar al otro. Tras la respiración, parar para mirarse. Mirarse es comprender y hacer sentir al otro acogido.
Mi generación ochentera todavía no había dejado del todo el fin justifica los medios de los 70s y podía llegar a celebrar la chambonada y hasta la agresión, con frases como que para hacer tortas hay que quebrar algunos huevos. Esto llegaba a ser trágico cuando se trata de descuidar a todo tipo de personas: trabajadores, familia, parejas, proveedores o usuarios. Todo por una idea o un proyecto, que no es más que tener la razón muy solo. Acá puedo tener un pensamiento claro de lo absurdo de haber comprado esas ideas: lo grande no puede pervivir sin lo pequeño, el todo no se puede olvidar de la parte y el detalle es lo que hace resplandecer la potencia.
Empieza a sonar la música de DJ Kath y se afinan los sentimientos. Pasa un rato más y comemos un sánduche con la Charcutería el Sobrino. Aquí hay mucho pensamiento. La música de Wana ya con un discurso tácito empieza a alternar con charlas. La cerveza está muy fría y creo que es la mejor cerveza que me he tomado hecha en Medellín: La Pola Récords.
El escenario ya no es el de algún artista que consciente o inconsciente se vende como una estrella distante, es el de alguien cercano, por el gesto, pero sobre todo por el ritmo. No hay miedo a la chapuza y sobre todo a la fragilidad. Las canciones y toda la logística transcurren con absoluto rigor, pero en lo demás somos iguales con músicas y músicos: inconsistentes, dubitativos y espontáneos.
Ahora nuestra atención está en Karmata Blues —formado en Jardín Antioquia—. Andrés Álvarez, un hombre campesino y Gladis Yagarí una mujer embera, con los bellos signos de jagua en su rostro, su ropa tradicional y una forma de bailar, de tener cuerpo y de estar que es ajena a los capunía (o blancos o mestizos).
Descubro que el baile de Gladis es algo alegre y tierno, recupera la felicidad de la infancia, pero, ¿por qué me sorprende? Creo que por las heridas de la colonia y la forma racista de intentar configurar un país signamos lo indígena como triste y mustia. Todavía queda una herida por sanar, pero su cultura lo tiene todo y muchas luces y risas también. Este proyecto musical es fundamentalmente en lengua embera y Gladis hereda la música de su padre. Además esto es blues.
Tomamos una segunda cerveza ya con un amigo que se animó a llegar. Si la cerveza pudiera ser canción, sería blues. Y en embera es una sensación extraña, como si por primera vez nos hablara el suelo que pisamos. Todo está en movimiento y el mestizaje sigue bullendo y buscando su propia consciencia.
Tras una conferencia se sube al escenario Eme ZZZ y ya empezamos a percibir la forma cómo la gente escucha con una sonrisa, relajada, desde la manga. Con Eme se hace visible un grupo de amigos. Su música es sexi y también desenfadada, es fresca y es ingeniosa. La forma de su rostro —muchas veces con los ojos cerrados— nos transmite lo bueno que pasa haciendo su música. Está estrenando una canción y también está enfrentando una determinación con su identidad de género. Quizá por primera vez lleva falda y el pelo azul se le ve muy bien.
“Llegó tu hora Latinoamérica”
antídoto y hasta cura para el racismo. América Latina es una gran canción en este concierto.
Ya a este punto me doy cuenta que la época y la generación se toma este espacio con perritos, familias, pero sobre todo muchos jóvenes que no están interesados en emborracharse y más allá de un poquito de mariguana, tampoco se siente un ambiente de excesos para otra droga. Esta gente de hoy y casi que de la república de la Siembra también puede llegar sola y hacerse acompañar una siesta con buena música y sonido perfecto.
“Ya no me dio miedo. Ya dejé de buscar suerte en lo que no tengo”
Ahora escuchamos a Frailejón con una potente voz y una temática ambiental muy fuerte. Atención especial al agua. Tiene peluches del Frailejón Ernesto Pérez y tira uno al público. Por una curiosidad de la vida el abuelo de esta Frailejón músico se llamaba Ernesto Pérez. Dice que el mundo nos dice que no lo freguemos más, la gente ríe cómplice. La Siembra Festival es también identidad, reconocernos y pluralidad. Un buen
Llega el momento de Inner Groove con la caída de la tarde. Y el público ya se pone en función de rap. Esto es rap pero con guitarra, teclado, batería y bajo. Siendo otro grupo de Medellín tiene su gente. La energía con el concierto de ellos se vuelve nocturna pero estrellada. En la segunda canción dicen “la vida no es absurda”. Puede ser el bajo, la cantidad de músicos en escena con coros de tres y cuatro personas, pero ya algo más denso nos envuelve, como si fuera un líquido amniótico ligero y tibio. También es una oportunidad para la poesía.
Buscando si ya llegó Humberto Pernett, me encuentro con Magio detrás de la tarima. La verdad no lo vi mientras las otras presentaciones, pero con este está escuchando francamente emocionado. Me señala lo difícil que es rapear desde la batería. Me dice con emoción y una complicidad tierna que las tres mujeres que están en el coro son novias de músicos permanentes y los compositores de Inner Groove.
Como también pasa con Karmata Blues, aquí hay amistad y un objetivo y no un medio de permanecer unidos. Estar unidos es invertir en cuidarse, a cada quien, pero también las formas de grupo. Estamos buscando una palabra con Magio y la encontramos: valiente. Se arriesgan, tienen talento y son trabajadores, pero no se los ha comido un virtuosismo que vuelve rígidos a los músicos. Inquietud. No son predecibles porque no están tratando de encajar para quedarse en un solo lugar musical.
“Como moscas en las redes yo no quiero la ansiedad”
Poderse encontrar es muy importante. La condición humana hace que sea definitivo conocer personas, simplemente compartir o habitar con ellos y ellas, como un nuevo comienzo que no tenga prerrequisitos o cuartada, simplemente salir y encontrarme con la gente. La gente está más dispuesta a hablar de sus sentimientos: una mujer del público de 32 años nos dice que le hacía falta salir porque había sufrido una pérdida y otra de 59 años nos dice que hoy no tiene facilidad de palabras porque se había levantado mal.
Parques del Río salió bien, funciona, es lindo, limpio y digno y se puede habitar sin billetera. Atrás quedaron los sitios que pueden ser caros. No es espacio público que corra el riesgo de privatizarse o donde no hay donde sentarse sin que le cobren a uno hasta un suspiro. Uno se puede acostar en unas camas de madera solo o acompañado y darse lugar y arreglárselas para ponerle horas de belleza a la vida.
La Siembra Festival le da una dinámica de encuentro y encuentros a este lugar, lo transforma de un espacio digno a un derroche de las fuentes inagotables de las conexiones humanas, el pensamiento y la música. Presenciar y ser parte de la belleza.
Con la noche total llega el músico con mayor trayectoria: Pernett. Ya la gente baila, algunos solo con los hombros y por lo menos una chica dándose todo su espacio, girando. Todo está cuidado. La base es la cumbia, pero la cresta es la electrónica, en especial el house.
Humberto Pernett tiene una garganta y unos huesos totalmente humanos, antes de que los sustituyéramos por un material inhumano, antes de ser expulsados de la única patria de los artistas. Cuando saca la Gaita colombiana pequeña, también conocida en lengua indígena como kuisi, me da un escalofrío en los antebrazos, que se está repitiendo tanto desde Inner Groove que ya temo que me esté dando fiebre. Ese instrumento similar a una flauta multitonal y al que se le pueden cambiar la boquilla, se lo fabricó Pájaro Cantor. ¿Qué tipo de magia es esta que yo me siento rodeado de pájaros cantores?
Luego empiezo a ponerle atención a la letra, a su poesía.
“Camino sobre la tierra que alguna vez andaron mis ancestros. En el camino veo huellas, semillas de estrellas que nunca murieron. Soy vagabundo entre los astros. Acto fugaz de los enamorados. Ojo que ve desde una mano”
La raíz vuela y el vuelo arraiga con sus identidades de pájara cantor. La música se respira y el agua se canta. La rebeldía purifica el aire, la solidaridad quita la sed.
Salimos en la última canción porque tenemos que viajar. Detrás del escenario tres niños y una niña de treces años con saco y corbata ajada bailan la música de Pernett. Juegan a bailar entre vals y ballet, en parejas mixtas con una mano en ristre y haciéndose venias.
Podemos vivir así.
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